Uno de los aspectos más destacados de la IA en el ámbito legal es su capacidad para automatizar tareas rutinarias, esto incluye la revisión de documentos legales, clasificación de información, elaboración de contratos estándar o la búsqueda de jurisprudencia relevante. Al liberar a los abogados de estas labores administrativas, la IA les permite enfocarse en tareas más estratégicas y de mayor valor añadido, como la elaboración de argumentos legales, la negociación y relación con clientes, la especialización o la representación en juicios.

Así que es posible que la cantidad de abogados que necesite un despacho pueda reducirse en aquellos perfiles más administrativos, pero también surgirán muchas y mejores oportunidades de evolucionar abrazando estas nuevas tecnologías en vez de resistiéndose a ellas. En mi opinión, los perfiles de abogados que no se preocupen de seguir muy cerca toda esta evolución tecnológica para estar el día y viendo qué nuevas oportunidades y especialidades surgen, sí van a tener complicaciones en su desarrollo profesional, pero no porque la tecnología los esté ninguneando, si no porque no están cogiendo una ola que es imparable.

En cuanto a las facetas del trabajo diario de un abogado, la IA tiene el potencial de facilitar enormemente diversas tareas. Por ejemplo, los sistemas de IA pueden analizar grandes volúmenes de datos legales para identificar patrones y tendencias, lo que ayuda a los abogados a tomar decisiones más informadas y a anticipar posibles problemas legales. Además, la IA puede mejorar la precisión y la consistencia en la redacción de documentos legales, reduciendo el riesgo de errores humanos y aumentando la calidad del trabajo realizado, pero por nuestra experiencia trabajando con IA y sabiendo cómo funcionan, siempre, siempre, van a necesitar supervisión.